A continuación encontramos un proyecto llevado a cabo para
scouters pero donde nos deja muy bien claro cómo se pueden evaluar los juegos.
La evaluación debe ser enfocada en el proceso educativo,
siendo los propios niños los que vayan evaluándose a sí mismos, a sus
compañeros y a su maestro.
La evaluación ha de ser continua teniendo tres momentos
diferenciados: al inicio del curso, a lo largo del curso y al acabar el curso.
La evaluación se hará mediante otro juego inventado por
nosotros que haga participar a los alumnos, opinando sobre el trabajo hecho por
ellos mismos y por los demás pero de una manera sutil. De esta manera nos
daremos cuenta de la realidad del aula y ellos están jugando a un “juego más”.
El método de evaluación hay que enfocarlo de una manera
lúdica y no utilizar siempre el mismo juego para evaluar las diferentes
actividades. De esta manera los niños cambiarán su percepción sobre la
evaluación y ya no lo ven como una actividad estática y aburrida, motivándolos
y haciéndolos más participativos, expresando su opinión con más libertad,
dejando atrás la contestación de “bien, muy bien, me ha gustado mucho o no
cambiaría nada”.
La evaluación debe dejar de ser el momento aburrido de la
programación para convertirse en una actividad atrayente.
Paloma Máiquez
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